Pinta la puerta para atravesarla. Desaprende y derrama. Ha
llagado la acumulación y el fin se hace libre y nos llama a su casa nueva. Seremos más normales para ser más divinos y pasearemos por el helado estanque a la espera de que se derrita con la primavera para poder saltar en el justo momento en que vaya a hundirse. Veremos, abrigados, dividirse en miles de trozos el cristal. Sonriendo y caminando hacia el sol. Detrás, atardecerá.
Y al otro lado, nos encontrarás. En nuestra nueva cima, enlazados en una nueva harmonía mirando con suficiencia desde arriba, como dos estatuas de oro contemplando el mundo.